martes, 12 de junio de 2007

Dos notas mas del proceso.


El estilo castrense: balazos y patadas

Gabriela Hernández

NUEVO LAREDO, TAMPS.- En un retén de la carretera que comunica a esta ciudad con la zona ribereña, Jesús Rogelio Alonso Saucedo no pudo detener su camioneta cuando los militares le marcaron el alto. Grave error: un soldado disparó y mató a su amigo Héctor Adrián Salazar Hernández, que iba en el asiento del copiloto.

En su declaración ministerial, Alonso Saucedo dijo que la mañana del domingo 3 de junio conducía su vehículo Murano 2007, sin placas y procedente de Reynosa, hacia Laredo, Texas. Iba a 130 o 150 kilómetros por hora. Al subir una loma se encontró con un camión atravesado en la carretera y apenas evitó el choque.

Admite que por el exceso de velocidad no pudo frenar cuando vio que adelante del camión unos soldados le ordenaban que se detuviera. Al escuchar que le disparaban, aceleró en vez de detenerse. Al percatarse de que su compañero de viaje estaba herido lo llevó a la Clínica de Especialidades de esta ciudad, donde murió media hora después por herida de bala en el tórax. Tenía 27 años.

Un caso similar se había presentado antes, la madrugada del pasado 29 de abril, en el municipio de Miguel Alemán.

Según la declaración ministerial de Manuel Cabrera Hernández, ese día se encontró en el centro de esa ciudad con su amigo Érick, quien lo invitó a dar una vuelta en el carro Audi que conducía. Luego, Érick le cedió el volante porque estaba consumiendo bebidas embriagantes.

Según el declarante, como a las 12 de la noche pasaron por una calle oscura del fraccionamiento Río Bravo de Miguel Alemán y empezó a escuchar gritos; al darse cuenta de que se había pasado un retén militar, frenó el vehículo, pero en ese momento empezó a escuchar ráfagas de metralleta.

También él se asustó y aceleró el carro para huir. Cuadras adelante se dio cuenta de que Érick sangraba de la cabeza, tomó la carretera a Reynosa y se detuvo a pedir ayuda en la entrada del poblado de Díaz Ordaz, a unos 40 kilómetros de Miguel Alemán.

Cuando llegó una ambulancia de la Cruz Roja, el joven ya estaba muerto. Una bala le atravesó la nuca y le destrozó el cráneo.



Golpe a golpe



En el propio municipio de Miguel Alemán, Francisco Javier González Medina acusó a militares de haberlo golpeado, pese a que estaba herido después de un accidente automovilístico, para obligarlo a revelar el domicilio de quien causó el percance.

En su versión, al mediodía del 1 de mayo iba de copiloto en un Ford Mustang negro, sin placas, que conducía “un amigo”, a quien no identificó porque supuestamente lo conocía sólo de vista.

De acuerdo con su denuncia, ese amigo se puso nervioso cuando un convoy militar se enfiló tras el Mustang porque llevaba droga para consumo personal, así que trató de huir, pero en su desesperación acabó por perder el control del auto y fue a chocar con dos vehículos.

Cuando el auto se detuvo, el conductor salió corriendo, mientras que González Medina se quedó herido adentro. Luego los soldados lo sacaron a jalones y golpes, mientras le exigían que les dijera quién era el prófugo, pero como dijo que no lo conocía, los militares lo siguieron agrediendo durante unos minutos.

Otro presunto abuso militar fue denunciado en Miguel Alemán: un grupo de soldados disparó sus armas en el interior del auditorio municipal durante el festejo del Día de las Madres.

El gobierno de Tamaulipas pidió la intervención de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos en ese caso, que pudo convertirse en una tragedia mayor. En el recinto había cientos de mujeres y niños, que salieron en estampida al oír los balazos.

En el tumulto, Victoria Hernández Palma, de 85 años, y Yazmín Valdez Hernández, de 26, sufrieron heridas que las llevaron al hospital. La segunda, que presentaba una lesión en el labio inferior y luxación de la rodilla izquierda, dijo a la policía que un soldado le dio un puñetazo en la boca y una patada porque volteó a ver a quienes dispararon.

Por ello, el 14 de mayo unas 400 personas protestaron a las afueras del cuartel del Ejército en Miguel Alemán por los abusos de los soldados. Sin embargo, Rubén Darío Ríos, vocero de la procuraduría estatal, dijo que no puede dar información sobre las investigaciones de estos casos, pues posiblemente sean turnados a la justicia militar.

En Torreón, la indignación

Arturo Rodríguez García

TORREÓN, COAH.- Los operativos militares en la comarca lagunera empiezan a causar inconformidad social, pues los efectivos incurren en excesos y en presuntas violaciones a los derechos humanos.

El jueves 7 de junio, un grupo de familias se manifestó en el campo La Joya, sede de la XI Región Militar, para denunciar el homicidio de Juan José Amador Barrientos, un expolicía del municipio conurbado de Gómez Palacio, Durango, quien fue ejecutado. Se localizó su cadáver en un canal de riego próximo al ejido El Coyote, de Matamoros, Coahuila.

“Militares, ya no siembren el terror en Torreón”, se leía en los cartelones que mostraban los 70 manifestantes, en su mayoría mujeres provenientes de colonias del sur de la ciudad.

Según las inconformes, que no quisieron identificarse, Amador Barrientos fue detenido por soldados el domingo 3 de junio, cuando iba en su auto. Una señora aseguró que hay testigos de que fue llevado al campo militar.

Ninguna autoridad dialogó con los manifestantes y ningún oficial del Ejército salió. Los guardias del campo La Joya ni se inmutaron, aunque desde el interior se vigilaba la protesta con videocámaras.

“Si nos van a matar que nos maten a todos, por eso no damos nombres”, decía una de las mujeres, que en apariencia encabezaba el contingente.

Durante el mitin, los vecinos denunciaron que los soldados han detenido a muchas personas en las colonias del sur de la ciudad. Al preguntarles los reporteros por otros incidentes con soldados, señalaron que todos los otros detenidos regresaron golpeados, menos Amador Barrientos.

El delegado de la procuraduría de justicia, Carlos Centeno, informó en entrevista con Proceso que no se ha presentado ninguna denuncia ni declaración sobre esos presuntos abusos:

“Lo único que tenemos es una persona muerta en un canal de riego a la altura del ejido El Coyote. Los familiares manifiestan que fue el Ejército, pero no se sabe el sentido de eso ni en quién ni en qué se basan para decirlo.”

Por la noche del propio jueves, vecinos de la colonia Campestre La Rosita, una de las más exclusivas de Torreón, reportaron un enfrentamiento entre un grupo armado y militares, pero ningún cuerpo de seguridad acudió al sitio y las autoridades dijeron desconocer los hechos.

Las actividades del Ejército en La Laguna se iniciaron en mayo, tras el atentado contra el empresario Carlos Herrera Araluce y la desaparición de más de 20 personas en Torreón y Gómez Palacio. Los gobernadores Humberto Moreira, de Coahuila, e Ismael Hernández Deras, de Durango, solicitaron la presencia de los militares y de más agentes federales para detener la oleada de violencia.

Si bien ninguna autoridad ha reconocido que el Ejército patrulla la región, el pasado jueves 1 se dio a conocer que sus efectivos decomisaron un arsenal con miles de cartuchos de diversos calibres, 40 uniformes de la Agencia Federal de Investigación (AFI) y decenas de armas largas

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